MONSEFUANIDAD, o sobre la Raíz de Monsefú.



MONSEFUANIDAD, o sobre la Raíz de Monsefú.

Por: Limberg Chero Ballena, 2017.


En la medida que la raíz sea más grande, el árbol puede seguir creciendo.
 
Un árbol de raíz corta, está condenado a dejar de crecer o de lo contrario, caer arrancado del suelo por su peso.
 
Monsefú es un árbol robusto y tiene mucho por crecer. Eso significa que es nuestro deber acentuar esta raíz y darle la profundidad que requiere. Señores tenemos esa raíz. Sólo hay que redescubrirla.
 
Cada día es más difícil ver nuestro “anterior presente”, aquél en el cual la campiña y el olor de pomarrosa, el níspero y el plátano manzano marcaban nuestra rutina de “luna a Luna” ¡Pero es nuestra responsabilidad tenerlo presente! en cada una de nuestras acciones. Porque hoy no somos sino labradores que en los surcos del conocimiento mostramos la valía de ser monsefuano, ganando concursos, generando ocurrencias, marcando la novedad.
 
Señoras, Señores. Hemos tenido suerte. Pudimos anticiparnos a la globalización. Y la globalización nos encontró firmes en nuestra costumbre y en nuestra fe en el zambito cautivo. 
 
En 1973, con el primer Fexticum, empezamos la institucionalización de ser monsefuano: en hacer más formal y monsefuano ese “dar”, se “brindarse al visitante” con lo mejor de nuestro corral y de nuestros campos de cultivo, “disculpándonos de la pobreza de nuestro agasajo”. Y le dimos orgullo a ser como somos, y empezamos a encontrar otra dimensión valiosa a ser monsefuano. El costumbrismo se afianzó como una actividad económica, y el circuito de esta industria sin humo permite hoy mantener la tradición, pero no sólo por el cariño que todos sentimos por lo nuestro, si no por el beneficio que genera. Hemos entonces, brindado sostenibilidad a nuestra identidad.
 
Ser monsefuano de corazón significa tener cabida en el mundo global, porque tenemos gastronomía que invitar, ritmos que contagiar, costumbres que exhibir, versos que recitar. Esta riqueza ha sido fuente de 45 años de crecimiento. 
 
Pero el árbol debe seguir creciendo. Y por ello la raíz lo debe hacer también. Y hoy entonces, debemos marcar nuestro paso recordando las tareas del Señor del Valle del Chuspo. Debemos ver a la Señorita Fexticum, a la nieta buenamoza e inteligente de la Señorita Xalcantelli. 
 
¡Nuestro pasado no es sólo centenario como ciudad, sino milenario como pueblo moche!
 
El señoría Moche se mantenía en el norte, mientras en el sur estaban los Paracas y en el altiplano los Tiahuanaco y en Europa los Romanos. 
 
¡Señores, tenemos más de mil años acumulados de sapiencia!
 
De ese esplendor moche, o mochica (por el idioma Muchick), hoy Monsefú celebra como celebra “su 28”, hoy Monsefú celebra a “su Dios Cautivito” y sobresale “por sus objetivos trascendentales”.
 
Se han hecho teorías diversas para tratar de explicar la maravilla de Monsefú, 
 
….que el clima, 
 
….que la calidad de sus tierras y mar, 
 
…que la bendición de Jesús Nazareno. 
 
Y razón no les falta en cierto modo a todos los que elaboran estas teorías. Pero lo cierto y concreto es que en Monsefú se puede comer con pocos soles. 
 
Se puede comprar una caballa, y hacer poda o se puede disfrutar la pota en todo su esplendor. Y un camotito o una yuca, de paso. 
 
Y eso señores va directo al cerebro de los nuevos monsefuanos, que destacan, que sacan 20 en sus pruebas de matemática y en sus pruebas de letras. 
 
La explicación de Monsefú es entonces la GENTE DE MONSEFU. 
 
No debemos dejar de cuidar esa cadena alimenticia y defender a todos los niveles nuestro derecho al mar y nuestra tácita alianza con las bolicheras y con los valles agrícolas del circuito mochica y los mercados demandantes de nuestros productos en todo el Perú. 
 
En el Monsefú que crecimos los de mi generación, se tomaba leche en esencia, puro mamanto de la vaca. Se disfrutaba además del aire fresco y la generosidad del campo con guabas, granadas, y en las temporadas, camote, ciruela, mamey. Los colegios de Monsefú deben seguir encontrando ingeniosamente esos espacios para que los monsefuanos de hoy no pierdan esa conexión. Eso significa que desde pequeños se deben enrolar gradualmente en funciones de ciudadano. 
 
Monsefú ha sido un pueblo de casas con las puertas juntas. 
 
¡Y esas puertas juntas pueden continuar existiendo! …alimentadas por concursos diversos, por campeonatos de vóley, básquet, fulbito, que hagan nacer equipos que representen y se esfuercen por su barrio, y quien sabe, nos devuelvan a la memoria a los Aguerridos, a los White Star o a las campeonas de vóley.
 
Mosefú es Ízaga y Diego Ferré. Pero también es todas las “Doñas Julias” que bailan con los “Don Chingo” en medio del cariño de sus hijos, sus nietos, bisnietos e invitados. La vida de familia que hace posible soportar el arduo trabajo diario. 
 
Monsefú es ALICAN GRANDE, ALICAN BAJO, LOS COLCHONES, CUSTODIO, VILLA SAUL, LOS BALLENAS, HUACA LA CRUZ, POMAPE y VALLE HERMOSO.
 
Monsefú es LA RELUZ , MONTE VERDE, SAN JUAN, CASTILLA, PONCOY, EL CARRIZO, MICARCAPE, LARAN, PAYPAY, y CALLANCA, 
 
Nos debemos reencontrar todo el tiempo en VALENCIA, PUENTE GRANDE, EL TRANSITO, SAN ISIDRO, DESAGUADERO, MUYSIL, SAN RAFAEL, CALAZAN, CUSUPE, CHOLOQUE, SANTA RITA, SANTA CATALINA, 
 
Debemos disfrutar de LOS MARINOS, EL PALMO, ALGARROBOS, AMOR DE DIOS, LOS OLIVOS, CAFENA, PADERON, GUZMAN, TUMPON, PUNTA CUSUPE, RAMA CUSUPE.
 
Hay mucho por hacer para redescubrir y  y exportar la riqueza de cada uno de estos centros del costumbrismo. Es decir, de hacer crecer y hacer más profunda la raíz. Si trabajamos duro y parejo tenemos para 100 años más de Monsefú. Y nuestros biznietos seguirán en la brega por muchos años más.
 
Y esta. Y esta es tarea de cada uno de nosotros como empresarios, como funcionarios públicos. 
 
Me complace ver a muchas Señoritas Fexticum en la primera línea de batalla hoy, transformando sus horas de estudio en muestras reales de servicio público a Monsefú como funcionarias o como embajadoras en sus empresas y mandatos. 
 
Hay mucho por hacer y este siglo sin duda espera mucho de ellas, las herederas y guardianes de nuestra tradición.
 
Haciendo votos por un futuro próspero, y por un cada vez mejor Monsefú, me despido agradeciendo nuevamente por esta deferencia.
 
Monsefuanamente, 
 
Limberg Chero Ballena. 

Parte del Discurso dado en Monsefú, 29 de julio de 2017. 10am. Sala de Actos. MDM.

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